Clara Luz Domínguez Amorín
Hemos ganado una gran batalla, y hay que llamarlo así: batalla, porque la victoria contra el analfabetismo en nuestro país se ha logrado mediante una gran batalla, con todas las reglas de una gran batalla”, expresó el Comandante en Jefe el 22 de diciembre de 1961 en el discurso pronunciado en la Plaza de la Revolución para proclamar a Cuba Territorio Libre de Analfabetismo.
Y claro que fue una epopeya, un inmenso hacer de todos y para el bien de todos. El pueblo ha delineado hermosas páginas en la historia de la Revolución en nuestra Patria, pero una de las más bellas es precisamente la Alfabetización. Cada ciudadano se volcó en favor de ayudar con algún esfuerzo a este bien común y para ganar la lid no se escatimó tiempo, coraje ni entrega.
El obtener materiales de estudio como lápices, libretas, tizas, pizarrones… formó parte de una ardua labor, no muy narrada, mas no por ello menos relevante, y en pos de alguien conocedor por haber vivido aquellos instantes, encontramos a Félix Clavelo Roca, quien fuera presidente del Consejo de la Alfabetización de La Habana y vicecoordinador provincial, y como todos los que tuvieron la oportunidad de estar en primera línea haciendo historia, habla conmovido al acudir los recuerdos…
“En la fiebre de hacer futuro dentro de esa tremenda obra conocí a la que más tarde fue mi esposa y madre de mis hijos, así que en mi caso, además tiene otro valor sentimental agregado, fueron tiempos que todavía amo y nublan mi vista.
“Para empezar, el Estado puso muchos recursos de los fondos del MINED a disposición de la Campaña, pero claro que para obra tan inmensa no eran suficientes, entonces la contribución de los Sindicatos se hizo imprescindible, recogían un aporte monetario con lo cual se compraban libretas, lápices…, el de los transportistas, el de los artistas…, los CDR, la ANAP, todos tuvieron disímiles ideas para poder acopiar dinero: maratones, donaciones…; por ejemplo, los artistas hacían funciones y lo recaudado se entregaba para los materiales…
“El Comandante Fidel y Armando Hart no salían de la Comisión Nacional de Alfabetización; Mario Díaz y Raúl Ferrer, almas de la Campaña, eran coordinador y vicecoordinador, también estaban Leslie Rodríguez y María de los Ángeles Periú, una ilustre pedagoga, y otras personas valiosísimas que pusieron su empeño y su amor para cumplir la frase martiana Ser cultos para ser libres, los padres de Conrado Benítez ayudaron con tesón…
Se hicieron pizarras con un pedazo de hule y cuatro tablitas… la creatividad tuvo su prueba más exigente…
El Movimiento 26 de Julio, el Directorio Revolucionario, el Partido Socialista Popular, la Asociación de Jóvenes Rebeldes y la FMC…, batallaron duro por esa causa tan cierta.
El municipio de Marianao realizó una cena gigante de cientos de personas y lo recaudado se revirtió en materiales, se vendieron bonos, muchas actividades se llevaron a cabo, estuvo la gran feria que se hizo en donde hoy está el Coppelia que en aquel entonces era un parque gigante, muy bonito, y las personas iban y depositaban, lo mismo lápices que libretas, tizas…; lo que pudieran.
Los CDR recogían libretas, algunas tizas y tenían un aulita que creaban en el propio barrio, todos ofrecían llevar útiles.
“Comenzaron alfabetizando, después de primero a tercer grado y de tercero a sexto, porque en la Campaña de Seguimiento se continuó elevando el nivel educacional.
“Inolvidable anécdota, muy sensible y admirable fue la ofrenda de lápices y libretas en vez de flores ante el busto del Apóstol el 28 de enero de 1961, como tributo al hombre precursor de los ideales de justicia para Cuba.
“Al mirar atrás y recordar me doy cuenta de que fue la etapa más linda de mi vida.”
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