Por Vincenzo Basile (Capítulo Cubano)
“Déjenme
decirles, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está
guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario
auténtico sin esta cualidad. (...) Nuestros revolucionarios de vanguardia
tienen que idealizar ese amor a los pueblos. No puede descender con su pequeña
dosis de cariño cotidiano hacia los lugares donde el hombre común lo ejercita”.
“…Hay
que tener una gran dosis de humanidad, una gran dosis de sentido de la justicia
y de la verdad, para no caer en extremos dogmáticos, en escolasticismos fríos,
en aislamiento de las masas. Todos los días hay que luchar por que ese amor a
la humanidad viviente se transforme en hechos concretos, en actos que sirvan de
ejemplo, de movilización”.
Las citas sobre el tema del amor
revolucionario podrían ser interminables. Desde el Che hasta Fidel y desempolvando
los magníficos textos de los próceres de Cuba, como José Martí, el denominador
común que caracteriza a tantos hombres distintos -quienes vivieron en épocas
diferentes y por cierto tuvieron consecuentemente ideas peculiares y a veces también
opuestas- es el amor al ser humano, es la humanidad plena, sin excepciones.
Ese sentimiento es -y debe ser- el lema
esencial, la espontánea y natural consigna interior que permite distinguir al
hombre digno, honrado, valiente y revolucionario, del hombre contrarrevolucionario,
atrasada impureza de la sociedad, peligrosa metástasis de la humanidad.
Se necesita aclarar que en ese contexto la
palabra ‘contrarrevolucionario’ se asume con una connotación mucho más amplia.
Aquí, ahora, el contrarrevolucionario no es solamente el individuo que se opone
al proyecto político de la Revolución.
Afirmando que el revolucionario es hombre de palabras, amor,
argumento y razón, queda claro que el contrarrevolucionario es cualquier
individuo que sustituye la palabra con el insulto, el amor con el odio, el
argumento con la ofensa, la razón con el fanatismo.
Hechas estas aclaraciones, llega la razón de
esa inusual denuncia firme y vehementemente dirigida contra el Partido Comunista de Cuba. O mejor,
dirigida contra alguien que afirma y pretende hablar en nombre del Partido Comunista de
Cuba.
En la red social facebook, que cada día se convierte siempre más en un experimento
concreto capaz de movilizar ideas y sentimientos, se está difundiendo una página titulada “Partido Comunista De Cuba - PCC” que usurpa indebidamente el nombre
de la vanguardia organizada de la nación
cubana.
En su nombre, esta página hace apología del
odio y de la intolerancia; difunde una visión grosera, fanática, sexista,
machista y, sobre todo, homofóbica de la sociedad cubana. Si no se piensa como
‘ellos’ se corre el riesgo de ser etiquetados con epítetos vulgares, apelativos
escuálidos que hacen retroceder al ser humano a su más baja concepción. Cada
discusión, a pesar del tema específico que raras veces habla de Cuba, se
convierte en una orgia de insultos y obscenidades de todo tipo, hasta el punto
que si un incauto comentarista se encuentra involucrado en ese baño de injurias
pierde sus certezas políticas y precipita en un despeñadero en el que desvanece
la clara línea de demarcación que debería haber entre los que apoyamos a la
humanidad y los que la odian.
El amargo consuelo de todo esto es que casi
ninguno de los que comentan ahí es cubano. Si se le pregunta a un cubano qué
opina de esta página, dirá sin duda alguna que es un asco. Hay muchas, muchísimas cuentas falsas de contrarrevolucionarios
y de ‘revolucionarios’ también, y hay muchísimos supuestos ‘solidarios con
Cuba’, quienes en realidad no saben nada de Cuba, personas que piensan que la
lucha ideológica cubana es una lucha de odio y desprecio, e irresponsablemente participan
a esta orgia y fomentan la imagen intolerante de Cuba y de los cubanos.
Por estas razones y sin necesidad de reproducir aquí las obscenidades expuestas en ese espacio, invito a todos mis
lectores -y no solo- a una salida masiva de esa página. Si no participan a
ella, que sigan ignorándola. Si están en ella porque creían que era la cuenta
oficial del PCC, les aseguro que ahí de Cuba no hay nada ni nadie. Por esto, despídanse
con un mensaje de amor revolucionario y luego bórrense de ahí. Hagan circular
esta denuncia contra el odio. Díganle al mundo que Cuba no es intolerancia,
ignorancia y fanatismo. Cuéntenle que es ser cubano y revolucionario.
Explíquenle a todos que Cuba es amor y amistad, y que defender a la Revolución cubana
significa estar al lado del humanismo más alto. Esto es lo único que podemos
hacer los auténticos revolucionarios, los que amamos. Los otros, los atrasados,
deben ser aislados y olvidados. El tiempo, lentamente, proveerá a darles la más
perteneciente colocación histórica, el olvido.
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