Fue construida en el año 1939, en una finca que el pintor cubano, Carlos Antonio Esteban Enríquez Gómez, más conocido como Carlos Enríquez, había recibido por herencia paterna. Al parecer, en su construcción se utilizaron materiales de segunda mano, agregando elementos de nuestra arquitectura colonial tales como el mediopunto y la reja con motivo de lira.
Su nombre se debe a un hurón azul que clavó sobre la puerta de entrada. Este fue teñido con azul de metileno para que armonizara con el resto. Allí vivió los últimos 18 años de su vida, desde 1939 hasta su muerte en 1957. A este lugar acudió gran parte de la intelectualidad habanera de la época. Recibía a sus amigos con comida criolla y ron; y se formaban tertulias en las que todos expresavan sus puntos de vista.
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