Lo entrañable de una ciudad

^{Traigo oxidado el corazón me hace falta cuerda, Mi alma necesita transfusión sangre de mi tierra.*}

Siempre hemos pensado que estar seducidos por ese pedacito de tierra, nuestro barrio, lugar donde nacimos, crecimos, jugamos, hicimos los primeros amigos, nos abrazamos, es la raíz de también reverenciar a nuestra Patria. 

^{Regreso a la cuna que me vio nacer, regreso a este barrio que me vio correr, lo que fui, lo que soy y seré por mi Isla bella.}

Amamos a Cuba toda, pero empezamos por querer con ímpetu que sale del alma a La Habana y, quizás, más aún la vecindad, la avenida o callejuela donde nos arañamos por primera vez las rodillas, sufrimos caídas, reímos y saltamos..., esa es la base primordial e inolvidable de nuestras raíces, que se extienden a un cariño total por la Isla.

^{He vuelto al refugio que calma el dolor, y vuelvo al recuerdo del primer amor…}

Recorrer esas barriadas, entrelazarse con las multitudes que desandan las calles: ya sea en Centro Habana, San Miguel del Padrón, La Lisa, La Habana Vieja o Miramar…, por anchas avenidas o estrechos callejones, esos de corta acera y puerta a la calle, llenarse el corazón con la idiosincrasia que nos caracteriza, que nos hace únicos, diferentes, son como aire puro para los pulmones, o sangre que circula para bombear mejor y más fuerte en lo más profundo del ser y estar en el lugar indicado.

Nuestra capital, ensueño azul, y los rincones más adorados son los sitios de este mundo insoslayables para quienes aquí respiraron por vez primera. Estén donde estén ahora, con certeza, sienten la nostalgia de contemplar desde el Malecón, sofá de enamorados y soñadores, ese mar tan propio que se refleja más azul y bello que cualquier otro.

^{Dicen, los viejos de la esquina siempre dicen, no importa lo que tengas si al bajar de la estación uno regresa siempre a sus raíces.}

*(Estrofas de la canción Isla bella, de Orishas).