domingo, 4 de marzo de 2018

Desde la mirada de un parque: la vida

“El rey Midas era un pobre con plata: nada de lo que tocaba se convertía en parque”.
Clara Luz Domínguez Amorín



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Esta es la sencilla historia de un parquecito de barrio habanero. En él han crecido y jugado todos los niños nacidos en esos edificios. Los ha visto crecer, incluso, muchos ya tienen más de 50 años; pero ahí sigue, imperturbable, de vez en vez, se rompe un columpio o la hierba se acumula, mas, los pequeños continúan llenándolo de risas y los ancianos cogen sol y hacen ejercicios en las mañanas.
Es una realidad cotidiana y hermosa. En ese mismo lugar, además del parque, existe un busto del Apóstol dentro de una escultura de columnas, las cuales representan a los Mártires de la Embajada de Haití. Ahí se reúnen los vecinos en las actividades de la barriada. Siempre bajo la protectora mirada de los frondosos árboles.
El ciclón Irma la emprendió contra el más grande y antiguo de ellos, lo derribó, pero aún sigue ahí, pues no hay motosierra que haya podido partirlo en pedazos para recogerlo. Tal parece que se aferra al lugar de su nacimiento sin lograr abandonarlo.
Su tronco continúa sobre la hierba e, increíblemente, de esa vieja madera ha vuelto a nacer la vida. El anciano árbol siente el anhelo de continuar mirando crecer generaciones…

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