lunes, 7 de mayo de 2018

Hotel Inglaterra en La Habana, historia viva


Situado en el hoy municipio de La Habana Vieja, considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad, es Monumento Nacional desde 1981 y coloca a sus huéspedes en el centro de la historia y de la cultura nacional. Visitarlo es remontarse al pasado, una aventura única del espíritu al recorrer el mundo colonial del convulso Caribe, asistir a las luchas por la independencia, y emerger dentro de un nuevo proyecto.
Cuando La Habana aún estaba rodeada por la fuerte muralla que la protegía contra piratas e invasores, en la ciudad que surgía extramuros se levantaba una edificación de dos pisos (1844), conocida por Café y Salón Escauriza. Era el principio del futuro Hotel Inglaterra.
Aquella esquina de Prado y San Rafael se fue transformando poco a poco en el gran centro cultural de la ciudad, en el que el amor a la vida y la aspiración a una libertad plena se fueron convirtiendo en reflejo de la nacionalidad en desarrollo.
En 1901 culminaron las obras de mejoramiento. La prensa de la época afirmó que se habían invertido 300 mil pesos oro en los trabajos. Al hotel se le dotó de luz eléctrica, teléfono en cada habitación, baño en cada aposento con agua fría y caliente y servicio telegráfico con comunicación para cualquier parte del mundo. El máximo confort de sus cien habitaciones y los múltiples servicios que brindaba el Hotel lo alzaron sobre todos sus competidores en la América Latina y lo situaron en la primera fila de los mejores del mundo.
En marzo de 1914, se le adicionó una marquesina de cristales a la entrada y se le agregó una cuarta planta. Era la llamada época de las vacas gordas. Estalló la Primera Guerra Mundial y los precios del azúcar, columna vertebral de la economía cubana, aumentaban cada vez más.
En los próximos años, el Hotel resultaría ampliamente favorecido por el creciente turismo norteamericano. El auge se debía a la cercanía de los Estados Unidos y a la creciente absorción de los negocios por los empresarios del norte. Posteriormente también beneficiaría al Hotel la implantación de la Ley Seca en el vecino del Norte, unos enjambres sedientos de visitantes corrían hacia los alambiques.
Sin embargo, la economía del Hotel no pudo resistir la depresión de 1929, y en 1931 cerraba sus puertas a pesar de su pasado de glorias. Después de transcurridos 8 años volvió a la palestra, dedicado sobre todo a la celebración de fiestas, bodas y cumpleaños, aunque continuaba funcionando como hotel y ya no tenía el esplendor de antaño siguió siendo un Hotel preferido por su cercanía al Centro Histórico de La Habana y el trato casi familiar de su empleomanía.
En 1973 hicieron crisis los achaques del vulnerable Hotel Inglaterra. Coincidentemente el país acumulaba fuerzas para reiniciar la marcha turística internacional. En 1981, con una renovación del turismo y tras un esfuerzo reconstructivo, se encendieron de nuevo sus lámparas. Pero las décadas del Inglaterra exigían mucho más. Hubo que remodelar el viejo interior, aunque conservando su opulento espíritu pasado. En 1989 el Inglaterra reabría sus puertas manteniendo su esplendor de antaño.
El Hotel, en este período, continuando sus viejas tradiciones retoma las manifestaciones culturales tal y como se celebraban en el segundo piso del Louvre. Este ambicioso proyecto cultural, desarrollado hace más de 10 años, vincula los más destacados artistas plásticos, escritores, personalidades y a la Banda de Conciertos de La Habana en un programa de actividades mensuales que invita a clientes, visitantes y representantes de la comunidad.
Acera del Louvre
El Café cambió de nombre al comprarlo en 1863 Don Joaquín Payret, quién lo reconoció como Le Louvre. El nombre, de origen francés, sufrió en poco tiempo una transformación, el artículo fue castellanizado, quedando entonces: El Louvre, que daría origen a la llamada Acera del Louvre, cuya extensión llegaba a la Calle San Miguel. Pronto, toda la calle comenzaría a llenarse de sentido histórico.
En 1866 se protagonizó en La Acera del Louvre otro encuentro entre españoles y criollos cuando unos comerciantes peninsulares ofendieron la memoria del reconocido científico cubano Ramón Zambrana, al devolver sus papeletas para una función de beneficio que se desarrollaría en el Teatro Tacón en favor de su viuda.
Ya por esta época, cerca del Café, y pagado por un alto representante de la burguesía criolla, Domingo del Monte, existía un gimnasio donde los cubanos comenzaron a fortalecer sus cuerpos, a practicar el tiro y a manejar sables y espadas. Era una sociedad deportiva, pero muchos de sus asistentes acudieron preparados a la manigua cuando sonó la campana de la liberación en 1868.
Terminada la Guerra de los Diez Años y en medio de una etapa que aparentaba ser pacífica y a la que Martí denominó “El Reposo Turbulento”, volvieron los muchachos, ya veteranos y con grados militares, a su Acera del Louvre. Y precisamente en el Café el 21 de abril de 1879 José Martí contribuyó a la ebullición de la lucha con un discurso en homenaje al periodista Adolfo Márquez Sterling, que resultó al mismo tiempo un alegato incisivo contra el autonomismo.
Tarjas en el Hotel
En honor de Nicolás Estévanez; en honor de los muchachos de la Acera del Louvre.
Personalidades cubanas que estuvieron en el Hotel
Antonio Maceo Grajales, Julián del Casal, Manuel Márquez Sterling, José Raúl Capablanca, Ramón Fonst.
Entre las muchas personalidades extrajeras que se hospedaron en este hotel se encuentran Winston Churchill, Rubén Darío, Enrico Caruso, Gabriela Mistral, Imperio Argentina, Jorge Negrete…










Café en la Acera del Louvre. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios son con democracia, cualquiera que visite el blog puede comentar, serán respetados los criterios y no se borrarán, solo no se admitirán palabras groseras y ofensivas.