Situado en el municipio Cerro en La Habana toma su nombre
del canal o Acueducto de Fernando VII, antigua tubería de hierro fundido,
de 20 pulgadas de diámetro. Sólida construcción con arcadas de cantería.
Vistoso monumento en algunos tramos, fue el segundo acueducto que tuvo la
ciudad desde 1935 y que no posee ninguna señalización o tarja que lo
identifique y proteja.
Este barrio tiene una extensión territorial de 0,615 Km² y una
población de 23 000 habitantes. Cerca de la casa situada en la Calzada marcada
con el No. 1852, actual Museo Municipal se hallaba uno de los cerros o peñones
que dio nombre, no solo a la calle, sino a la antigua estancia de los Rojas, al
Camino Real a Vuelta Bajo, al barrio y en consecuencia, al actual municipio.
La urbanización más antigua se gesta en el entorno vial de
la Calzada del Cerro. A principios del siglo XIX durante el
mandato del capitán general Marqués de Someruelos, Don Salvador
Salazar del Muso, se levanta una iglesia bajo la advocación del Salvador del
Mundo. Ya en 1841 se aprueba la urbanización del reparto Moreno. De
aquel trazado surgieron las edificaciones que aún perduran en la calle Santo
Tomás, semejantes a los de la Calzada, con pórticos y columnas neoclásicas,
sobrios portales y pasados portones de entrada; fueron de Albornoz (hoy
en ruinas). Desde finales del siglo XIX la burguesía comienza a
emigrar y el Cerro se trasforma en un barrio industrial y obrero.
Este consejo incluye parte de los nudos fabriles de Palatino y
Buenos Aires, con la colosal productora de cervezas y maltas Tívoli, de
la Cía Nueva Fábrica de Hielo y otras industrias.
En el Consejo Popular existen 92 unidades básicas de información
territorial (UBIT). Se identifican 2 266 edificaciones, de las cuales 2 187 son
de viviendas.
Surgen instituciones culturales humildes y obreras como: el
centro de Estudios Sociales del Cerro (Bellavista#_361), constituido
el 1ro de enero de 1911. Se proponían la creación de un teatro,
biblioteca, escuelas y realizar todo tipo de actividades culturales para los
obreros.
Fue antecedente de las escuelas racionalistas y de la Universidad
Popular José Martí, que en marzo de 1924 estuvo provisionalmente en
Cerro y Palatino. Aquí había estado el Cine Alaska y más tarde el
Maravillas, uno de los principales de la ciudad y escenario de famosos artistas
nacionales y extranjeros.
El Liceo Auténtico del Cerro (Armonía #415), arribó
con la participación del combativo escritor Lorenzo Beci, director de
la Revista Acción Cívica del Cerro y quien fuera desde 1982 hasta
su muerte, el Presidente de la Asociación de Amigos del Museo del Cerro,
otro órgano de prensa significativo fue el ¡Basta ya! de la juventud Guiterista
de Cuba, dirigido por Lázaro Bethania. La etapa revolucionaria aporta al
único escritor canalero que hasta ahora ha plasmado en su obra su barrio: Joaquín
C. Santana, con sus recuerdos de la calle Magnolia.
Hubo sociedades llamadas de color como El Maine (San
Salvador) y famosa por sus bailarines. También fueron celebres los salones del
club cultural y artístico (Salvador#161) o el Blanco Herrera de la
nueva fábrica de hielo, en Palatino. Pero ninguna entidad de tanto arraigo y
popularidad como la que Santos Ramírez Arango hace reaparecer aquí
para los carnavales de 1938 la comparsa El Alacrán. De las más
contemporáneas jornadas de trovadores son los canaleros: Mando Sorín y Alberto
Tosca.
Hoy en día el barrio se caracteriza por la fuerte presencia de
las raíces afrocubanas, lo cual se refleja en la religiosidad de gran parte de
sus habitantes y en sus manifestaciones culturales. Existen además grupos
poblacionales creyentes de diversas religiones como católicos, bautistas, entre
otros. (Con información de Ecured)
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