Iglesia ubicada en Villegas entre Lamparilla y Teniente Rey,
La Habana Vieja y trazada en el año 1640 por la orden franciscana. Su
posición estratégica permitía la culminación de la ceremonia Via Crucis que
partía desde la iglesia y Plaza de San Francisco y atravesaba de este
a oeste la ciudad por la calle de las Cruces o de la Amargura. Adquirió
gran popularidad entre los marinos de las flotas y armadas que hacían sus
viajes desde España y las Indias.
En 1640 cuando se hizo la Plaza hoy llamada del Cristo se
construyó en este sitio, ocupado durante algún tiempo por los negros horros,
una ermita dedicada a Nuestra Señora del Buen Viaje, que sustituyó la hecha en
el siglo anterior en el barrio de Campeche.
La primitiva edificación, conocida como ermita del
Humilladero por ser la meta del Vía Crucis franciscano, tenía una sola
nave rectangular con techo de alfarjes y su fachada principal orientada hacia
el este.
En 1693 fue reconstruida y convertida en auxiliar
de la parroquial mayor, por el obispo Diego Evelino de Compostela, quien
la elevó a parroquia en 1703.
Fue objeto después de nuevas reparaciones. El obispo Lazo de
la Vega (1732-1752) le construyó una capilla mayor y las colaterales, lo que
continuó su sucesor Morell de Santa Cruz que terminó las tres capillas.
En 1755 se reconstruyó con la importante fachada
actual, las dos torres extremas -caracterizadas por su sencillez y cuyas caras
están trazadas con recuadros simples-, la puerta abocinada y el óculo ciego de la
parte superior.
En 1899 fue entregada a los padres Agustinos
norteamericanos, quienes además de ejecutar en el templo una amplia
restauración, edificaron al fondo y al costado un amplio edificio que abarcaba
conventos, residencia de los frailes, una escuela parroquial gratuita y el
colegio privado de San Agustín, ya nacionalizado en 1961. En 1932 los
padres Agustinos la mandaron a ampliar a los arquitectos Morales y Compañía, que
le agregaron una nave a cada lado de la existente, aproximada que ha mantenido
hasta hoy.
El nombre o la advocación de la iglesia venían por la
popularidad que adquirió durante la época colonial entre los viajeros y
navegantes por “los especiales socorros con que se experimentan los favores en
los riesgos del mar…”. La iglesia mantuvo y aún acrecentó su predicamento
durante la época republicana al sumarse la devoción a Santa Rita.
La plaza, además de su función religiosa, concretada en la
escenificación del Vía Crucis, a fines del siglo XVIII empezó a tener
funciones comerciales. Esta característica la acompañó hasta mediados del siglo
XIX, cuando se transformó en un espacio público para el esparcimiento de los
habaneros.
En el transcurso del tiempo varias modificaciones y
ampliaciones hasta quedar en la actualidad como un hermoso y sencillo templo
con tres capillas.
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