Apresuraba su paso quizás para adelantársele a la competencia. No habíamos llegado aún a la acera de la estación y sonriente anunciaba su itinerario del día. Esta vez fue Matanzas y no Camagüey la propuesta lanzada a los vientos.
“¿Para dónde van, qué desean?… tengo asientos para Matanza…”, dijo el “facilitador” de “guardia” ese día.
A pesar de la negación, continuó insistentemente; no le bastó a la tercera, sino hasta una cuarta vez en un período de 20 minutos para tratar de convencernos y finalmente rendirse. Todo parecía indicar, que nuestra visita estaba más que anunciada, pues no había tantos “facilitadores” como hace algunas semanas, y ante tal aviso, “era mejor irse para otra terminal”. El negocio paralelo mantenía su vitalidad.
PASAJES, BUQUENQUES Y LISTAS DE ESPERA
Esperar unos minutos en las afueras de la gran casona de cabillas de metal, tejas y material prefabricado nos dio las primeras pistas para conocer por dónde le entra el agua al coco en el negocio de pasajes.
Para Aleida Vázquez, la historia se basa en el engaño y la manipulación.
“Se me acercaron dos hombres y me dijeron que mi guagua se había acabado de ir, y yo sé que eso es mentira porque la mía no sale hasta dentro de tres horas. Tratan de jugar con la necesidad de uno para enriquecerse los bolsillos de ellos”.
Sobre este mismo aspecto señaló el jefe de turno Jorge Arencibia:
“El problema de la venta ilegal de pasajes es que la gran mayoría del personal que viaja desconoce el mecanismo de anotaciones; entonces se dejan llevar por estas personas inescrupulosas que están allá afuera… los llamados buquenques, que sí conocen todos los manejos, monitorean continuamente el estado de las listas de espera y saben por cuál se pueden anotar”.
Como pudo comprobar en el terreno este equipo de Cubadebate, los llamados “buquenques”, no solo te persuaden para que viajes “por la vía más rápida y eficiente” sino que gustosamente hacen la cola y te anotan en las listas de espera.
“Yo trabajo para el estado… yo le hago un bien a la población, lo mío es llenar camiones u ofrecerle otra vía alternativa a la gente”, dijo mientras se escurría casi corriendo entre la gente, un hombre mayor que no quiso identificarse cuando lo interceptamos con el equipo de grabación, recogiendo carnés a la población para su posterior anotación en la lista de espera.
La corrupción y las ilegalidades se ven estimuladas además en esta terminal por la falta de mecanismos de control por parte de la institución. Todas las inscripciones en la lista de fallos se hacen a mano, a lo cual habría que sumarle que cada quien puede anotar hasta tres personas dos veces por cada taquilla.
“Yo me fijo en lo que es la anotación, pero no me percato si el pasajero se anota dos o tres veces, ni para qué lo quiere. Aquí pasamos muchísimo trabajo, mire estas manos como las tengo llenas de callos, tengo que atender al menos 20 municipios. ¿Usted cree que así me voy a dar cuenta si alguien se dedica a vender pasajes? Eso no lo sé”, expresó con cara de cansancio Lidia Santos, despachadora del lugar.
A pesar de las declaraciones de los directivos de esta entidad que niegan totalmente su implicación con el tráfico y venta ilegal de pasajes para muchos clientes tal afirmación tiene sus medias tintas.
Rolando Ovens, director de La Coubre, en una visita guiada temprano en la mañana, dijo que en lo que va de año ya ha sancionado a más trabajadores que en el 2012, y sin embargo, confiesa que todavía hay quienes sirven de enlace para este tipo de persona.
“Yo te digo a ti que aquí se empapa todo el mundo en ese negocito… yo he estado de primera en la lista según los numeritos que te dan, y luego cuando vas a sacar el pasaje te dicen las compañeras que tienes 10 o doce gente por delante, cómo es posible eso”. Afirmó con vehemencia Laura Carreño, viajera villaclareña.
Entre tanto Andrea Pérez, joven granmense se refirió a las diferentes alternativas de viaje que existen “por la izquierda”.
“Siempre me he ido bien rápido, lo que no por la vía de la lista, sino con una máquina o un camión. Aunque me han comentado que con unos cuantos CUC igual resuelves el pasaje con la gente que trabaja acá”.
LA ESPERA QUE DESESPERA
Bastó con tenerla cerca para apreciar en su rostro el cansancio de las muchas horas de incómoda estancia en La Coubre. Desesperada con su niño pequeño Odisley Iznaga trataba de contener el hambre, la sed y el agobio que significaba estar por más de seis horas tirada en el suelo turbio de aquella terminal.
“Aquí no hay condiciones de ningún tipo, yo viajo con mi niña pequeña varias veces al mes, y no tienes ni agua para tomar, tengo que estar aquí en el suelo, pues tampoco hay casi asientos… esto no es fácil”.
Respecto a las condiciones del lugar, Rolando dijo que todo depende del presupuesto anual con el que cuenta. “Hay demasiadas cosas por arreglar y seamos sinceros, esto no es la terminal de Plaza. Hemos hecho algunos arreglos, tenemos agua fría —teniendo en cuenta los horarios de La Habana Vieja— logré terminar otro baño, y los lavabos que ya teníamos tratamos de mantenerlos con las medidas sanitarias pertinentes. Pero es justo el presupuesto, y hay demasiadas cosas que hacer aquí”.
El ambiente de las primeras visitas no había cambiado demasiado. Esta vez la situación se hacía más crítica por la afluencia de muchas más personas. Mujeres, hombres, niños y ancianos no parecían discriminar la opción de tener que esperar a las afueras del recinto o tirarse cual arenas de playa de aguas turbias en el suelo.
Ante tal situación algunos viajeros como el joven Yunior García apuestan por una mayor participación del sector no estatal en estos lugares.
“Son bastantes malas las condiciones, yo creo que deberían mejorarse sobre todos los servicios que debe prestar el lugar, como los trámites de apuntarse en la lista de espera. Las condiciones de higiene no son las mejores y si te das cuenta ya casi no quedan ni televisores”.
Sin embargo, los propios vendedores ambulantes, dotados de licencias para vender alimentos se aprovechan de la necesidad de muchos para pregonar delante de los propios agentes de la ley la venta de pomos de agua a cinco o diez pesos en dependencia del tamaño.
Ante las inquietudes mostradas por la población sobre la disponibilidad de asientos y las excesivas demoras de algunas rutas el propio jefe de turno Jorge Arencibia comentó:
“Hasta el momento tenemos 46 bancadas en la parte de astro. Aunque sabemos que son insuficientes, no se puede llenar el local de asientos pues limitaría el espacio para hacer las colas para las anotaciones”.
También agregó que la demora en los destinos depende fundamentalmente en la disponibilidad de carros y la frecuencia de los itinerarios de las rutas.
“Normalmente los destinos que más se demoran en la terminal son Santiago de Cuba, Baracoa y Guantánamo, ya que Baracoa tiene una sola salida a las 10:45 a.m., Santiago de Cuba tiene 4 salidas, y Guantánamo tiene tres salidas (6:40 a.m., 3:15 pm, y 7:10 pm)… si te das cuenta desde las 6:40 de la mañana hasta las 7:15 pm las personas están bastante tiempo”.
Sobre este propio particular el joven santiaguero Hoendris Ursa expresó que no es fácil estar hasta un día en las condiciones en que está esta terminal, como le pasó a su hermana para poder viajar.
“Aquí la rapidez de los viajes depende del día y de las fechas, hay veces que resuelves en dos o tres horas, pero los fines de semana y en las vacaciones ‘es por gusto’”.
CONJURA CONTRA LA HIGIENE
La situación se ve agravada en opinión de muchos entrevistados por la precariedad de las condiciones higiénico-sanitarias, hecho palpable desde la llegada a la terminal.
“Mira este suelo, ya uno ni sabe de qué color era… y ni decirte del baño”, dijo alzando los ojos al cielo Marina Torres, viajera villaclareña.
Aunque el día de nuestra visita a la instalación los baños estaban en buenas condiciones y existía personal recogiendo la basura, a decir de uno de sus empleados diversas son las cuestiones que dificultan la correcta higienización.
“Nosotros sí limpiamos, lo que por ejemplo, anoche solo una persona vino a trabajar, además uno tiene que estar luchando constantemente con el público; pues para limpiar hay que correr las bancadas y la gente no te deja y entonces lo tienes que dejar así. La población tiene que cooperar con nosotros”.
Al respecto el jefe de turnó agregó que aunque se limpia con agua siempre a las doce de la noche, luego de la salida del carro de Chambas, y se barre y se pasa el brillador durante el día, en la noche se acumula en el sitio personas alcoholizadas que impiden también la limpieza del lugar.
Ciertos fenómenos vividos en La Coubre solo son comparables con la fascinación de Aureliano Buendía tras conocer el hielo. Pero en nuestro Macondo, no se puede culpar solamente a aquellos que de una forma u otra logran vivir del cuento o recrear ciudades de espejos. Es cierto que los recursos disponibles son escasos, y la tecnología para el “papeleo” se remonta a los primeros métodos de comunicación —papel y tinta— allá por la Edad Media. Pero eso no justifica que se facilite la ilegalidad, los negocios turbios, la falta de higiene y el irrespeto a quienes estoicamente esperan su turno en la lista para obtener un pasaje .
Intentar mejorar las condiciones laborales de los trabajadores, sería un primer paso. Pero aún más importante es que cada cual desempeñe las labores que le corresponden y de las que se tiene que hacer responsable como trabajador y como ser humano. De otra forma, nos veremos sumergidos generación tras generación en las páginas de García Márquez, tal estirpes condenados a cien años de soledad.
Cubadebate continuará esta indagación con la Empresa Viajeros, responsable de la terminal La Coubre y otras instalaciones.
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