domingo, 18 de marzo de 2018

Curiosidades de algunos barrios habaneros. Su historia. Los Sitios en Centro Habana



El área que ocupa data del siglo XVI, cuando sus terrenos quedaron fuera de la muralla construida entre 1667 -1668 y se convirtió en la zona abastecedora de San Cristóbal de La Habana ya que en sus tierras se cultivaban por su cercanía a la zanja real: plátano, yuca, arroz y hasta árboles frutales como los famosos cocales de Don Gervasio Rodríguez que dieron su nombre a la actual calle Gervasio.
Este territorio era zona de sitios de labranzas, de ahí el nombre que lo identifica desde 1953, (antes respondía a los barrios de San Nicolás, Peñalver y Chávez)
Los primeros propietarios de tierras fueron Juan Sigler (uno de los más grandes dueños de estancias en lo que hoy conocemos como Centro Habana), Gabriel José Calvo, Cristóbal Salas (quien tenía parte de su estancia en esta zona) entre otros.

Durante la etapa colonial, se asentaron negros horros libres Kissis, procedentes de la cuenca sur de Angola quienes poblaron el área de lo que hoy es Los Sitios, estos trajeron desde sus lejanas tierras sus hábitos, costumbres, tradiciones y ritos religiosos. Este proceso contribuyó en la formación de la cultura de este territorio. Algunas maneras de pensar y actuar de sus actuales habitantes tienen sus raíces históricas en ese precedente, quizás por eso se explique que los cultos yoruba y Abakuá tengan tanta fuerza en la localidad.
Por otra parte, los Kissis se organizaron en los caseríos llamados por ellos cuabal, pero fueron confiscados debido a los desórdenes que producían. La reacción de estos estuvo marcada por una gran agresividad y un fuerte hermetismo, situación que fue pasando de una respuesta coyuntural a un fenómeno que ha caracterizado a los habitantes de este territorio desde otrora.
A finales del siglo XIX, sobre todo a partir del derribo de las murallas de 1863, se comienza a poblar esta zona con más fuerza y la actividad económica va diversificándose y variando. Es en esta etapa, puntualmente, en la década del 60, que va surgiendo el Barrio Chino, propiciado por la liberación a estos integrantes del continente asiático de los contratos que los ataban como coulies. Esto sucede a partir de 1847 y ya en 1858 se establece una casa de comidas chinas en Zanja y Rayo, propiedad de Luis Pérez (Chung Leng), además de un puesto de frituras de Abraham Suell (Lan Si Ye).
Entre 1860 y 1875 crece su población por las continuas inmigraciones. Aparecen los primeros comerciantes en 1872 en Reina No. 17, (Casa del comercio de Tong Kan Lam) y en 1877 aparece la casa Bancaria Wing Jing Yick
Esta fue la antesala de la creación de las primeras sociedades que los agrupan, así en 1867 Kit Yi Tong funda La Unión. En 1868 Hen Yi Tong Los Hermanos y en 1893 se funda el Casino Chung Wah, asociación general que agrupa a todos los chinos residentes en Cuba. Durante los primeros años del siglo XX creció la población china considerablemente, llegando a 36 sociedades, pero no solo debido a ello, sino también porque se hicieron sentir con fuerza en la actividad económica del territorio que ya por esa fecha comenzará su interacción con la penetración del capital foráneo, fundamentalmente el chino y el norteamericano.
De manera significativa, la iglesia se vinculó a la acción revolucionaria. Por ejemplo, en la de La Caridad del Cobre guardó armas “El Curita “, debido a que el párroco de esta institución había estudiado con él en el seminario.
En la iglesia de San Nicolás, las brigadas juveniles del Movimiento 26 de julio, también guardaron armas, mientras que en la parroquia Presbiteriana operó algunas de sus acciones Fausto Pérez. Jefe del Movimiento en La Habana.
Al estudiar la historia de este territorio es importante prestar atención a esta singular vinculación que se produjo entre la iglesia y las fuerzas revolucionarias, pues es un reflejo de lo inmersa que estaba esta comunidad en el proceso revolucionario de los años 50, ya que la religión tenía mucha atracción en la localidad, principalmente la católica, que se desarrolla precisamente alrededor de las parroquias que ya mencionábamos; o sea, la de San Nicolás (fundada en 1815, la Caridad del Cobre, (creada por la fusión de las ermitas de Guadalupe y el Santo Cristo del Buen Viaje, que se edificó en Manrique, en 1815,y el Sagrado Corazón, de la orden Jesuita (construida en 1926).
En Los Sitios no solo la religión católica era importante, también lo era el sincretismo que se manifiesta a través de las sectas Abakuá, a partir del siglo XIX, aunque este se establece en 1940 en diferentes plantes, como el Mutunga Efoqué y las sectas o potencias Usagaré, Efori Mebó. A finales del siglo XX aparece la Regla Conga, Ocha y Arará, así como ciertas tendencias espiritistas que se entrelazan unas con otras, acentuándose la idiosincrasia peculiar de esta zona que hoy refleja tener muy presente sus raíces históricas.
Aparecen ya en esta época, algunas fábricas de tabaco, entre ellas La Corona, que radicó en el Palacio Aldama. El comercio comienza a tomar fuerza con la apertura de algunos bares y pequeñas peleterías de capital nacional y se crean grandes tiendas como los Almacenes Ultra.
Sus barrios; su cultura; todo ello, tiene sus orígenes en cuatro siglos de historia que salen a la luz con sólo caminar sus calles, por lo que hoy vuelve a ser tradición ver bailando a sus pobladores, como si tuvieran plena conciencia de lo que significa mantener esta costumbre al ritmo de la comparsa La Bollera, recordando la típica venta de frituras del siglo XIX y cantando el pregón yorubá: Eko, Eko machetona tona tona tona, machetona tona aché; y por estribillo final: “Cuidado, ahí vienen Los Sitios”.
Entre sus personalidades más destacadas está Joseíto Fernández, el autor de la Guajira Guantanamera (1908 - 1979), su presencia se recuerda en su morada (Hoy Casa Museo), en Gervasio, entre Maloja y Estrella.
En lo popular, queda la pintoresca figura de Olga, La Tamalera, aquel pegajoso estribillo... Cocina que se pasó, del danzón que la inmortalizó.
Entre los músicos, Cheo Belén Puig, y Luis Yáñez, los ceramistas Alfredo Sosa Bravo y René Palenzuela, los pintores de la talla de Raúl Santos Serpa y Antonio Vidal, Premio de la Plástica 1999.







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