Está cerca del Capitolio Nacional, entre la Calle Amistad y la Calle Dragones, es el más grande e importante del Nuevo Continente, el mismo subsiste gracias al espíritu de los viejos chinos que aún viven allí.
Está compuesto por cuatro o cinco calles pequeñas, la Calzada de Zanja, Calle Rayo, Calle San Nicolás, y la más característica de todas, la Calle Dragones. Para llegar hasta él, desde el Malecón habanero hay que tomar la Calle Galiano, que hace esquina con el Hotel Deauville. Otra ruta desde La Habana Vieja es cruzar el Paseo del Prado y dejar a un lado la antigua Fábrica Partagás, donde comienza la calle Dragones.
Los primeros chinos que se radicaron en La Habana, en 1858, fueron Chang Leng, con una pequeña fonda, y Lam Siu Yi con un puesto de frutas y hortalizas en la actual calzada de Zanja.
Según el historiador Julio Le Riverend, entre los años 1847 y 1874 llegaron a La Habana alrededor de 150 000 chinos, casi todos hombres.
Los llamados Culíes, en virtud del sistema de contratación orientado a sustituir el trabajo esclavo africano en la producción agrícola y, ante todo, en las plantaciones azucareras, su condición marginada en la estratificación social colonial dió lugar a que muchos de ellos se incorporaran a las Guerras independentistas y fueran factor de importancia en el proceso de integración de la nación cubana.
Algunos antiguos culíes, mediante sus propios esfuerzos habían aprendido oficios diversos de servicio a la población. En aquel tiempo ninguna otra zona del centro capitalino ofrecía mejores condiciones que la llamada Zanja Real concebida a partir de 1550, por donde se conducía el agua potable a la población.
En esta zona estaba instalado un paradero de trenes que transportaba pasajeros hasta el Hipódromo de Marianao. Con estas posibilidades, el Barrio Chino siguió su imperturbable crecimiento y extensión en varias direcciones.
A principios del siglo XX ya residían en esta zona diez manzanas con unos diez mil chinos, una cifra respetable, casi un pueblo. El área inicial cubría Galiano (Advenida de Italia) hasta Lealtad. Y desde Reina (Ave. Bolívar), hasta Belascoaín (Padre Varela).
Si el corazón del Barrio Chino fue la calle Zanja, puede estimarse que Dragones es la más típicamente china donde radicaban y radican la mayor parte de las sociedades.
El Barrio Chino en el año 1990, gracias a la gestión del Grupo Promotor del Barrio Chino, el apoyo de las autoridades municipales y ayuda de la La Habana, se inició la recuperación y restauración de los restaurantes, el rescate de la decoración y las fiestas y tradiciones. Se comenzó a celebrar el inicio del Año Nuevo Lunar y los aniversarios de la llegada a Cuba de los Chinos de Ultramar, se abrieron escuelas de artes marciales y se volvió a cultivar la ópera. El antiguo asilo de ancianos Chun Wab se convirtió en Hogar de Ancianos.
Lo verdaderamente curioso del barrio son las llamadas Sociedades Chinas de Instruccion y Recreo, pequeños casinos-bares-fondas-restaurantes, situados invariablemente en un primer piso, entre ellas están: Sociedad China La Unión de la Familia (San Nicolás, entre Rayo, Zanja y Dragones), Sociedad China Lung-Kwn-Sol (Dragones 364), Fonda Sue-Yuen-Tong (Dragones 355) y Fonda Chi-Tack Tong, que esta en una planta baja.
Recorriendo el barrio se encuentran cosas curiosas, como el Diario Popular Chino (Kwong-Wah-Po), que se sigue editando en la actualidad; un cine chino, en el que se proyectan películas en versión original, y una curiosísima Farmacia homeopática china.
Los chinos se mantuvieron fieles a sus costumbres en un principio, celebrando matrimonios entre ellos mismos, pero cuando muchos comenzaron a emigrar a otros países, los orientales que se quedaron se casaron con cubanos y blancos, y la raza se ha mezclado en forma notable. Hoy en día la mayoría de chino-cubanos son una mezcla de antepasados chinos, españoles y africanos. (Con información de Ecured)
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