Esta iglesia es considerada la más antigua de La Habana
y Cuba. Está situada en el corazón de la parte colonial, en la esquina que
forman las calles Cuba y Acosta. Según documentos de Archivo,
en 1638 se construyó la ermita.
Se dice también que las autoridades eclesiásticas decidieron
convertirla en la segunda parroquia que tuvo la villa de San Cristóbal de La
Habana. El obispo Jerónimo Valdés mandó a construirla a partir de una
ermita, pequeña y pobre, que negros libres habían edificado en 1638 en honor al
“Divino Paráclito”, nombre dado al Espíritu Santo en la teología y
liturgia cristianas.
En el exterior hay una interesante placa que dice: “Única
Iglesia inmune en esta ciudad, construida en 1855.” Se debe a que la
iglesia del Espíritu Santo era la única en Cuba que podía conceder asilo a los
perseguidos por la justicia, derecho que le fue establecido en 1772.
De ahí el nombre de Iglesia del Espíritu Santo. La
descripción que hace Joaquín Weiss del interior de la capilla de la
iglesia, aunque muy técnica, es reveladora de las peculiaridades
representativas de la arquitectura de entonces: “la capilla mayor se cubre con
una bóveda nervada cuyos terceletes forman lunetos; su goticismo no puede
considerarse, sino como una manifestación erudita inspirada tal vez por el
propio Obispo D. Jerónimo Valdés”.
Otra de las referencias tiene que ver con este obispo,
quien, dicho sea de paso, dio origen a la profusión de “valdeses” en la
relación de apellidos cubanos, por haber promovido la fundación de una casa de
beneficencia, en 1695. Todos los amparados bajo su techo recibieron luego
el apellido Valdés.
El famoso obispo había decidido acometer la construcción de
la parroquia a instancias de un reclamo aparecido en el acta capitular el 1
de julio de 1632, en el cual se hace un pedido urgente de
terrenos o solares para terminar de construir la “fábrica” de una iglesia.
Valdés, ya era famoso por las muchas obras de bien público y sus gestiones no
se hicieron esperar. En su condición de mortal y previendo que sus restos
físicos descansaran a los pies de una casa sacra, ya que su alma iría al lado
de cierta diestra, mandó a preparar una urna para ser enterrado en el muro del
lado del evangelio.
Cuando el obispo Pedro Morell de Santa Cruz decidió
los cambios, 31 años después, la urna con los restos fue removida para darle
ubicación definitiva. Fue entonces que las cosas se complicaron un tanto. Hasta
176 años después, no se supo más de esa urna.
Otro elemento se suma importancia en el templo son las
criptas funerarias que se conservan en su interior, las que fueron descubiertas
en 1953; el magistral sepulcro del Obispo Valdés hallado en 1936 y
el hecho de haber sido la única iglesia de la ciudad que brindaba protección y
asilo a los perseguidos por las autoridades. Hoy la iglesia es un monumento
enclavado en el patrimonio de cualquier cubano amante de una ciudad que venera
y conserva.
Arte y arquitectura
La cubierta de la iglesia es de valiosos techos de alfarjes,
con tirantes pareados apoyados sobre ménsulas o canes, exceptuando los de la
Capilla Mayor, que explican los estudiosos en el tema que tiene bóveda de
nervadura fabricada en las primeras décadas del Siglo XVIII, a instancias
del Obispo Jerónimo Valdés, el cual fue enterrado posteriormente en el templo,
donde se conserva su sepulcro.
La fachada de esta iglesia muestra una mezcla de estilos
arquitectónicos, desde el árabe hasta el neoclásico, con presbiterio de alto
puntal y una bóveda nervada de fundamento gótico. Se levantó además al estilo
“uninave”, como señalara Joaquín Weiss, arquitecto e historiador cubano y una
de las voces más autorizadas en el tema. Uninave era el estilo de las
construcciones religiosas cubanas en el siglo XVII, y significaba que
tenía una sola nave central, también llamada “fábrica. La torre, sólida y
altiva fue construida por el maestro Pedro Hernández de Santiago. Según Weiss,
la portada de la iglesia resulta peculiar porque a pesar de ser sencilla en
extremo: “muestra la influencia de las portadas moriscas en la faja rectangular
resaltada, Alfiz o Arrabá, que enmarca el arco de la puerta. Este marco aquí se
enlaza con el de la ventana superior, en un temprano y simplísimo esbozo de ese
género de composición”.
En sus altares hay cuadros originales del religioso Nicolás
de la Escalera del neocolonial Arístides Fernández, entre ellos el
gigantesco óleo titulado El entierro de Cristo. El patio interior
de la iglesia del Espíritu Santo es de estilo Andaluz, con hermosos jardines
deliciosamente batidos por la brisa. Su mayor interés radica esencialmente en
la simplicidad o sencillez de la hermosa construcción pétrea. A mediados del
siglo XIX se demolió y levantó nuevamente la pared que da hacia la calle
Acosta, remodelándose a su vez la fachada principal. A distancia destaca el
reloj de su torre, el cual fue colocado en 1808.
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