REPASEMOS
Por: Nelson González Breijo
El sistema
educacional cubano goza de un amplio prestigio internacional: organizaciones no gubernamentales y experiencias educativas en diversas regiones del mundo avalan
sus resultados. Varias publicaciones etiquetan al país como uno de los mejores
en cuanto al índice de maestros por habitantes. Sin embargo, las insatisfacciones
del alumno y la familia cubana en relación con el trabajo que se realiza en el
aula dejan mucho que desear.
Ante la
contradicción, cualquiera que desconozca la realidad de la Isla podría
preguntarse ¿cómo es posible tal inconformidad si hay suficientes docentes? En
lo personal, señalaría, entre las causas fundamentales, la disminución del
poder adquisitivo del salario que llegó a partir de la crisis económica que en
los años noventa estremeció a la nación.

Con el
tiempo, la escuela cubana, que no reportaba otro beneficio para los docentes
que el vilipendiado sueldo (y la realización profesional para los de verdadera
vocación), comenzó a evidenciar síntomas del debilitamiento. El aumento
salarial en el sector no parecía dar salida en un contexto de inflación
monetaria y déficit productivo en la economía nacional. Fue entonces cuando la
educación se enrumbó perentoriamente hacia la realidad actual.
La
formación acelerada y en masa de “Profesores Generales Integrales” y el uso de
las videoclases dio respuesta a los miles de estudiantes que esperaban en las
aulas. Pero el atajo, si bien mantuvo vivas las diversas enseñanzas, a la larga
deterioró la imagen social de los pedagogos. Y aunque existen de esas
promociones ejemplos dignos, no siempre se reparó en un criterio de selección
conveniente. Parecía que cualquiera era capaz de educar.
En la
actualidad el paisaje se torna complejo. Sobre las grietas de un sistema signado
por la estrechez material y la baja autoestima profesional, ha florecido una
figura sin precedentes en la pedagogía de la revolución: el repasador. A casi
tres años de su reconocimiento legal, este personaje parece atraer toda la atención.
Es casi imposible mencionarlo sin levantar escozores de un extremo u otro de la
opinión nacional, como si el futuro de la educación cubana estuviese en su
pizarra.
Según la Gaceta
Oficial de la República de Cuba, citada por el diario Granma, este singular
cuentapropista tiene el deber de ejercitar a los estudiantes "las materias
que se imparten en el sistema nacional de educación de cualquier nivel y los
prepara para el ingreso a cursos superiores". El repasador es otro paliativo
para atenuar las deficiencias de las escuelas cubanas. Su peculiaridad es que
solo contempla a quienes puedan pagar el servicio.
Llegados a
este punto, y sin perder de vista las transformaciones en relación con
tratamiento de la propiedad que experimenta el país, no estaría de más irse
preguntando ¿Acaso hacerse repasador es la salida que le estamos pintando a los
miles de maestros que no cobran un salario justo? ¿Cuál es el protagonismo real
que merece esta figura y lo que representa en el panorama de la educación cubana?
¿Todavía deseamos para nuestros hijos la tan llevada y traída igualdad de
oportunidades?
La solución,
por supuesto, no es anular el trabajo de estos profesores. En definitiva, al
menos una parte del estudiantado cubre sus deficiencias. Pero eso sí, repasemos:
la educación gratuita y de calidad, para todos los cubanos, es un derecho. Creo
que en esa dirección debe ir cualquier apuesta que pretenda una auténtica reivindicación
de la enseñanza en la Isla.
despues de leer esta página tan interesante quisiera ayudar en algo después de varios viajes que he realizadoa cuba. uno de ellos es que todas estas informaciones yo als encontré en www.booktocuba.com. me ayudaron mucho a explicarme todo. besos, suerte y amor
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