El municipio Boyeros limita al norte con el municipio Cerro, al este con el municipio Arroyo Naranjo, al oeste con los municipios Lisa y Marianao y al sur con el municipio Bejucal perteneciente a provincia La Habana. Tiene una extensión territorial de 134,2 km². Cuenta con siete Consejos Populares: Santiago de las Vegas, Nuevo Santiago, Boyeros, Calabazar, Wajay, Altahabana y Armada.
En 1753 el obispo Moreli de Santa Cruz visita el pueblo recién fundado y sobre él escribe: “328 familias, 1954 personas, 4 ingenios, 298 estancias y vegas, 40 casas de paja. La falta de agua hace dura la vida en este pueblo donde las calles no guardan el debido orden sin embargo de hallarse en terreno perfectamente llano, sus habitantes sufren estos y otros inconvenientes por las abundantes cosechas de tabaco y cazabe que disfrutan.
Para lo militar hay un capitán con sus respectivos oficiales quines forman una compañía de 80 montados.” A solo cuatro años de su fundación la población había aumentado a más del doble por la inmigración que atraía la fertilidad de la tierra y su ventajosa ubicación a corta distancia de la capital y a la vera de un camino muy frecuentado.
La más importante de las siete villas fundadas por Velásquez, San Cristóbal de La Habana, tuvo su asiento en la costa sur, en un lugar no determinado, al parecer no lejos del surgidero de Batabanó. Pronto fue trasladado al norte y de este modo quedó abierta una vía de comunicación entre ambas costas que dio lugar después al “Camino Real” del sur, primero que atravesó el país de norte a sur y que tuvo gran importancia para la vida de la colonia. Prueba de ello es que en Diciembre de 1557 hubo un huracán que bloqueó los caminos hacia aquella parte “donde existían las principales fincas que surtían con sus productos a los primeros pobladores y quienes frecuentaban el puerto de La Habana y el Cabildo acordó hacer un repartimiento entre los vecinos para que se reparasen antes del día de reyes inmediato”.
Cuando en 1762 ocurre el ataque y toma de la Habana por los ingleses el regidor habanero Laureano Chacón ocupó con sus milicianos el Jubajai, cuatro leguas al oeste y desde allí impidió que los invasores penetrasen hasta los ricos pueblos de Santiago y Bejucal de que intentaban apoderarse para surtir de carnes y viandas al ejército. Al propio tiempo pudo evitar que la ciudad hubiese sido cercada y asaltada por tierra.
En estas circunstancias ya el pueblo presentaba una modesta prosperidad y sus vecinos disfrutaban de cierto bienestar económico que les permitió, tan pronto, dar prueba de su capacidad para acudir en auxilio de la villa habanera y de albergar a cientos de refugiados que irrumpieron en la población: niños, mujeres, ancianos y religiosos de ambos sexos. También se dio atención a los heridos que llegaban, según cita fina "a carretadas". El mismo autor asevera que todas las puertas se abrieron para recibir a los habaneros y que, al ser insuficientes las viviendas, se improvisó en la calle real (hoy 4 ó 190) chozas y tiendas de campaña alrededor de la iglesia, por lo que se le conoció desde entonces como calle del refugio. (Con información de Ecured)
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