Se le ha conocido como la Fuente del Comercio o
de Tacón, la Pila de Neptuno y la Fuente
de Neptuno. Su historia está llena de incidencias y traslados.
Desde Génova, Italia llegó a La Habana la
fuente-estatua del dios Neptuno, mandada a construir allí en 1836 por
el Capitán General de la Isla, Miguel Tacón. Edificada con fondos públicos.
Su objetivo era decorar un abrevadero que se construiría a orillas del litoral
con el propósito de abastecer de agua potable a tres pequeños barcos al mismo
tiempo. Con tal propósito se colocaron argollones de bronce para el
amarre de las naves.
Sin embargo, este innegable promotor de las obras públicas
durante los años de su mandato, entre 1834 y 1838, no pudo ver
terminado este proyecto engalanado con el dios de los mares, pues su
inauguración tuvo lugar en 1839, durante el gobierno de su
sucesor, Joaquín Ezpeleta.
La hermosa fuente serviría también como lugar de
esparcimiento, ya que a su alrededor había seis canapés o asientos de mármol
sin respaldar, muy apropiados para que los paseantes se sentaran a disfrutar la
brisa marina en las tardes de verano.
En ese entonces la fuente de Neptuno se encontraba frente
al Castillo de la Fuerza, al borde del litoral y cercada por un barandaje
de hierro anexo al muelle. Pero con el paso de los años, luego de
perder su función proveedora, la fuente sufriría un incierto deambular por toda
la ciudad, desde que, en 1871, las autoridades decidieron su traslado
por el deterioro que mostraba debido a varios percances.
Después del huracán que azotó a Cuba en
octubre de 1926, a la Fuente de Neptuno se le vio peregrinar por
diferentes sitios de La Habana, entre ellos, la Alameda de la Reina Isabel
Segunda, en la actualidad el Paseo del Prado; el Parque de la Punta,
y el parque Gonzalo de Quesada, conocido como parque "de
Villalón", situado en Calzada, entre C y D, en el Vedado.
Sin tridente y con sus surtidores fuera de uso, este fue el
último lugar por donde transitó el Neptuno de La Habana, hasta que,
en 1997 con la intención de preservarlo, reapareció, gracias a
la Oficina del Historiador, en la orilla del litoral, muy cerca de su
ubicación original.
Talladas en blanquísimo mármol de Carrara, las piezas
exigieron para su traslado un minucioso levantamiento arquitectónico, así como
un cuidadoso desmontaje. Algunas de ellas —especialmente las que conforman el
pedestal y la base de las conchas— son chapas de gran peso unas, y otras
macizas. En total, la fuente tiene un peso aproximado de seis toneladas.
La Fuente —precisan especialistas—no pudo reubicarse en su
sitio originario: la Baliza de la Pila o Pileta de Neptuno. "Utilizada en
la actualidad por los prácticos del puerto para arribar al canal de la entrada
de la bahía, esta estructura se encuentra en pésimo estado de conservación y no
soportaría el peso del monumento que le dio nombre".
"Se eligió, entonces, el primer saliente del malecón,
unos cientos de metros más hacia el oeste, donde hay un grupo de pilotes de
hormigón armado en óptimas condiciones, con vigas invertidas que sirven de
transición entre la losa y los pilotes".
El traslado de la Fuente de Neptuno hacia el Centro
Histórico fue aprobado por la Comisión Nacional de Monumentos. Estaba muy
deteriorada. La Dirección de Arquitectura Patrimonial de la Oficina del
Historiador fue quien concibió el proyecto para su rescate que, ejecutado por
la Empresa de Restauración de Monumentos, logró restituirle su majestuoso
aspecto.
En su actual ubicación, en el Malecón habanero, además
de las instalaciones eléctricas e hidráulicas, se erigió una obra de fábrica
capaz de darle la estabilidad necesaria al monumento frente a las fuerzas del
viento típicas en la zona. Luego se procedió al enchape con las piezas
originales, colocando finalmente la escultura del dios de los mares unida a una
base hueca por donde salen los chorros de agua.
Por cierto, un detalle importante a la hora de valorar el
rescate de esta obra fue la solución que se le dio a la ausencia del tridente
de Neptuno. La reposición del mismo se hizo siguiendo las proporciones
originales, y requirió extrema habilidad por parte de los especialistas del
taller de mármol perteneciente a la Empresa de Restauración de Monumentos.
Así la fuente de Neptuno quedó a imagen y semejanza de
aquella que, en 1839, otorgó —como ahora— un toque diferente a este lado del
litoral, para el placer visual de quienes transitan por sus alrededores.
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