martes, 14 de mayo de 2013

¿Mala educación o educación mala? (II)

Por Oscar Figueredo Reinaldo y Luis E. López Domínguez
Sorprendida por la rapidez de sus manos y la gentil frase que brotó luego de su boca, Esther Benavidez, una abuelita de las tantas que deambulan por la Isla,  aún recuerda  a aquel joven que la ayudó sin contratiempos a cruzar la calle y que le ofreció al instante asistencia para trasladarse hasta su hogar.
“Era un jovencito de esos que viste de azul. Aquel día me sentía algo mal y casi resbalo en el contén de la acera. Gracias a ese jovenzuelo llegué sana y salva hasta mi casita” recuerda con una sonrisa en el rostro, la anciana sexagenaria.
Y es que aunque para  algunos, los más jóvenes seamos el epicentro de la pérdida de valores en la sociedad cubana actual, para otros esta triste realidad no es tan crítica como parece.
“Yo creo que entre los más jóvenes si se han perdido algunos valores fundamentales, pero no considero que sean todos. Te puedo poner miles de ejemplos de jóvenes que como tú, son valía de las buenas normas de educación”, afirmó Dulce de las Mercedes mientras esperaba el ómnibus P9 en el municipio capitalino de Diez de Octubre.
El fenómeno de la “desvalorización” entre la juventud cubana no se debe extender a todos los miembros de este grupo etario, criterio compartido por la psicóloga Claudia Castilla, investigadora del grupo de estudio sobre la juventud del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS).
“Los comportamientos de nuestros jóvenes no se pueden generalizar pues estamos hablando de que este grupo etario es diverso, por lo que debemos tener cuidado con las generalizaciones. También a la hora de hablar de comportamientos hay que tener en cuenta los contextos en el que la muchacha o el muchacho  se desenvuelve, por ejemplo la escuela, la familia,  o con los amigos. Y esto se debe tener en cuenta  para evitar respuestas “encasilladas” o estereotipadas”.
JUVENTUD PERDIDA ¿Y ENTONCES?
Frases como “la juventud está perdida” son muestra de los prejuicios que algunos adultos profesan hacia este grupo poblacional, la cual incomoda a muchos jóvenes que se sienten enjuiciados de manera incorrecta.
“Claro que me molesta escuchar en múltiples ocasiones la frasecita “la juventud está perdida”. No creo que este sea un problema precisamente de nosotros. En general la población ha perdido valores”, expresó enérgicamente Diana Castro, estudiante universitaria.
Sobre este mismo tema, Lis García Arango joven periodista matancera opinó:
“Considero que la juventud no está pérdida, eso es una frase manida  que suelen emplear mucho los de edad más avanzada, quienes olvidan que  también fueron jóvenes y cometieron errores, quizás el mismo de sus hijos o nietos. Aunque no se puede generalizar ya que siempre existen  algunos jóvenes que no reciben una buena educación formal desde la  cuna y terminan siendo «lacras sociales».”
Entre tanto la psicóloga Idania Rego del CIPS considera que los criterios divergentes entre  las distintas generaciones es un fenómeno natural.
“La sucesión generacional siempre provoca  ciertas contradicciones entre los diversos grupos etarios. Ninguna juventud se parece a la otra, y es por ello que en ocasiones los adultos tienden a realizar un proceso de subvaloración con respecto a la de antes.”
Para otros el asunto es mucho más serio pues trasciende las barreras generacionales, implicando de igual manera a los adultos que supuestamente tienen que formar a las nuevas generaciones.
 “Es cierto que en la juventud es necesario rescatar normas de conducta y valores que se han perdido, pero también hay que trabajar encaminado a reeducar a los adultos que tanto recriminan y generalizan a los jóvenes cuando hablan de malos ejemplos. Definitivamente no creo que sea un problema solamente de los jóvenes, o de un determinado nivel social o cultural.”, enunció Roberto Quintana con la anuencia de Gabriel, Pedro e Isabel compañeros de trabajo.
Opinión compartida por Lis García Arango graduada universitaria.
“No todo lo malo debe  achacársele a la juventud, igual que hay jóvenes chabacanos, mal  hablados y mal educados, hay adultos con similares características.Los adultos tienen que ser el ejemplo, el paradigma, el modelo. Si tenemos en nuestra familia, en nuestra escuela o  en nuestros centros laborales personas mayores, que ladran en vez de  hablar, gritan malas palabras, insultan, y ni tan siquiera dan los  buenos días, con qué cara, argumentos y moral se les va a exigir a los  jóvenes, cuando estos adultos no se dan cuenta del daño que le hacen.”
CUANDO EL MAL ES DE… NO VALEN GUAYABAS VERDES
Sin embargo aunque el mal no implica a todos de igual forma, existen evidencias de que son los más nuevos quienes muestran cierta propensión hacia los malos comportamientos.
“Hace algunos días venía en una guagua y aquellos muchachos no paraban de escandalizar. Era un bullicio insoportable y aunque algunos les llamamos la atención nos hicieron caso omiso. Para colmo luego, comenzaron a gritarle cosas a cualquier persona por la ventanilla sin el menor pudor” dijo Cristina Morales, trabajadora farmacéutica”.
Entre tanto Raquel Estupiñan refiere  sobre el comportamiento de algunos estudiantes en los cines o teatros.
“Cuando una va a ver una obra o una película es mejor estar alejado de los jóvenes. Muchas veces he tenido que mandar a callar a algunos porque no saben comportarse en estos lugares”.
Así mismo a otros les llama la atención la forma de comunicarse de hoy.
“No comprendo por qué algunos adolescentes me dicen puro o tío, como si me conocieran, fuera su familia o tuviese complejo de cigarro. O cuando le dicen a una muchacha diabla, enfermao mami. Es un irrespeto total”, indicó Ricardo Fuentes.
Igualmente  otros identifican también el uso desproporcional de las “malas palabras” como huella del resquebrajamiento de la educación formal.
“Lo mismo te las dicen ya en la sala de su casa, que en el medio de la calle y a viva voz. Y pa colmo tengo compañeros que en un mismo sintagma son capaces de sustituir sustantivos, adjetivos o adverbios por dichas palabritas” dijo entre risas, Iván Pérez estudiante de 23 años de la Universidad de La Habana”.
Mientras que para Yaimara Vásquez, profesora de secundaria básica la cuestión está en las normas de cortesía.
“A muy pocos alumnos les nace decirte los buenos días, darte las gracias o pedir disculpas. Es como si un ciclón, de esos que pasan por Pinar del Río, hubiese borrado para siempre esas terminologías”.
 NO, NO, SI… ¡EUREKA!
Disímiles son los criterios ofrecidos por la población sobre las posibles soluciones que a corto o  mediano plazo deberían implementarse para mejorar la educación formal  y los hábitos de comportamiento en la mayor de las Antillas. Pues el detrimento actual de algunos valores condiciona nuestra esencia de cubanos.
“Nosotros siempre hemos sido solidarios, honestos, sencillos y respetuosos, no solo entre los cubanos sino con los otros países. No me imagino a los médicos internacionalistas cubanos, los cuales siempre se han caracterizado por poseer todos estos valores, de aquí a diez o quince años y que no sea altruista con sus propios vecinos”, refirió Raymundo González colaborador médico.
Entre tanto Gisela Rosales enfatizó en la importancia de que exista un mayor diálogo a nivel nacional sobre el asunto.
“Tiene que haber debate, discusión, un debate permanente en todos los ámbitos de la sociedad sin los cuales es posible crear conciencia de problema y buscar las mejores soluciones a este asunto. Señalar para mirarnos nosotras mismo. Hay que crear conciencia del problema y sus consecuencias presentes y futuras. Pero no se puede esperar las calendas, este debate no espera más. Aquí no caben consignas ni metas, sino obras. Resolver este problema es elevarnos como personas, es obrar para el bien ciudadano.”
Para muchos el problema debe tratarse primeramente desde el hogar y la escuela, núcleos básicos en la formación integral de cada individuo.
“En los centros educacionales debe exigirse un ambiente de educación. La familia juega un papel importantísimo, pero el propio Félix Varela reconocía que a veces el joven oía más los consejos de sus compañeros que los de familiares o maestros. Por tanto el problema es muy complejo y multifactorial, necesitándose no solo llamados, sino sobre todo acciones”, expresó Antonio Morales, trabajador capitalino.
Mientras que para Lourdes de los Santos considera que se debe incluir una mayor cantidad de asignaturas en las escuelas como la educación cívica. También opina sobre el papel de la Televisión y de los medios de comunicación masiva en general.
“Deben hacer un Curso de Universidad para todos sobre Educación formal y colocarlo en horario estelar. Aunque sea ínfimo algo pudiera ayudar y ya por ello valdría la pena. Incrementar esos spots tan cómicos que de vez en cuando vemos o repetir experiencias como las de la Mesa Redonda que en estos días abordó el tema a camisa quitada, sin prejuicio alguno”.
Sobre este mismo aspecto Laura González opinó:
“Los medios masivos deben responsabilizarse por su parte. Películas, videoclips o  canciones foráneas llegan a nuestro pueblo transmitiendo modelos sociales que distan de nuestra cultura, sin que los acompañe una visión crítica de los materiales que se van a consumir. La producción nacional, muchas veces no fomenta los valores de nuestra sociedad y en la mayoría de los casos carece de propuestas estéticas atractivas”.
Sin duda alguna, superar la pérdida de valores por la que atraviesa el país no será una tarea nada fácil. No solo dependerán de cursos y charlas, sino que también las soluciones reclamarán del concurso de la familia, la escuela y las instituciones que en sentido general conforman a toda la sociedad.
Lograr que la educación y los buenos modales sean nuevamente como dice la canción de Ricardo Arjona verbo y no sustantivos,aprender a no quedarnos inertes y a no ceder espacios ante el irrespeto y los malos tratos será la única manera en que la cultura y las buenas normas de conducta sean de verdad claves para el éxito personal en la escala social.http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=-7EOZVsEKtM

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